Entrenas con disciplina, sigues tu plan, acumulas kilómetros… pero sientes que no mejoras, te fatigas demasiado o simplemente no recuperas bien. Muchas veces, el problema no está en el entrenamiento, sino en la alimentación. Y no hablamos de dietas estrictas ni de contar calorías al milímetro, sino de errores simples y frecuentes que pueden sabotear tu rendimiento como triatleta. Corregirlos puede marcar una gran diferencia, tanto en tu progreso como en tu bienestar.
“No es lo que haces en la pista, sino lo que haces en la mesa lo que determina tu evolución.”
— Sabiduría deportiva aplicada
Uno de los errores más comunes es no comer lo suficiente. El miedo a ganar peso, el descontrol del apetito o simplemente la falta de planificación llevan a muchos triatletas a entrenar en déficit calórico constante. Esto afecta la recuperación, altera el sistema hormonal y puede llevar a lesiones o fatiga crónica. Otro error habitual es descuidar la comida post-entreno, especialmente en sesiones suaves. Incluso si no sientes hambre, tu cuerpo necesita nutrientes para comenzar la reparación muscular y reponer glucógeno.
También es frecuente abusar de productos deportivos sin estrategia: geles, barritas o bebidas isotónicas consumidas en exceso o en momentos inadecuados pueden causar malestar digestivo o picos de glucosa seguidos de bajones. Además, no probar la nutrición en los entrenamientos largos y dejarlo para el día de la competición es una receta segura para el desastre. Lo que funciona en teoría debe probarse en la práctica, bajo esfuerzo, sudor y estrés real.
Otro error crítico es ignorar la hidratación o beber solo cuando se tiene sed. Esto puede provocar deshidratación progresiva, calambres o una disminución del rendimiento cognitivo. Y por último, muchos triatletas cometen el error de comer “limpio” en exceso, evitando grasas, carbohidratos o alimentos reales por miedo o desinformación, sin entender que la clave está en el equilibrio, no en la restricción.
IDeas clave
En resumen, alimentarte bien como triatleta no significa ser perfecto, sino ser consciente y estratégico. Evita errores comunes observándote, planificando y, si puedes, asesorándote con profesionales. Ajusta tu alimentación como ajustas tu entrenamiento: con precisión, flexibilidad y enfoque. Porque corregir estos fallos no solo te hará rendir mejor… también te hará disfrutar más del camino.
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